sábado, agosto 28, 2010

Científicos

Visto en SMBC.

miércoles, agosto 18, 2010

El error de Pavlov

II. REENTRADA.

Abrí los ojos.

Esta vez estaba de pie, exactamente en el mismo sitio en el que me levanté en el viaje anterior. Pude observar mi silueta, hollada en la arena de aquella playa casi alienígena, ahí había yacido yo en mi primer viaje, hacía, ¿Cuánto? Miré otra vez el crono.

24 de Marzo de 205.200 2:35:03 am

00h:29m:57s

Disponía de media hora en este salto, y si las cosas iban bien, en el siguiente dispondría de más tiempo. Comencé a caminar de espaldas al mar, tierra adentro, sintiendo el viento que me azotaba la espalda con violencia. Al no haber montañas que frenasen su avance, la Tierra parecía haberse convertido en una llanura desierta dominada por las fuertes rachas.

No había absolutamente ni un rastro de vida vegetal, ni aun menos de vida animal. O por lo menos, yo no podía alcanzar a verla. Durante un segundo me giré, y observé mi huella en aquel mundo del futuro, una silueta amorfa en el suelo y una línea de huellas hasta mis pies.

- Se supone que estoy haciendo historia. Ni siquiera he dicho unas palabras para la posteridad, pero de todos modos no hay nadie que las oiga – mi voz había mejorado bastante con respecto al primer viaje, en parte gracias a la máscara respiratoria de la cual Pavlov me había provisto antes de saltar de nuevo.

Mi pie tropezó con algo, dirigí mi mirada al suelo y observé un trozo de roca blanca que asomaba de debajo de la arena. Me acuclillé sobre el saliente. Intenté moverlo y luego arrancarlo, pero estaba bien afianzado. Lo cierto es que me resultaba primitivamente familiar, y se adivinaba cierta vaga forma en ello.

- Un ladrillo – dije – estoy mirando los restos de un muro.

Estaba contemplando las ruinas de la humanidad. Lo único que había encontrado del patrimonio que nuestra especie con tanto esmero sembró por todo el planeta.

Lo más inquietante es que bien podrían ser las ruinas del laboratorio, o las ruinas de otra civilización posterior, construidas sobre las del laboratorio, o también las ruinas de otra civilización anterior a otra anterior.

    - Doscientos tres mil años dan para demasiado – me dije – Es como si estuviese en otro planeta.

Decidí dar media vuelta y acercarme a la orilla del mar, así que caminé contra el viento, protegiéndome del sol con la mano. Mientras tanto, decidí empezar a grabar el informe por voz.

- El nivel del mar ha subido tanto que está a escasos metros del lugar de lanzamiento. La erosión del paisaje es tan patente que la situación apenas es reconocible. La duración del día ha cambiado drásticamente, pues son las tres menos veinte de la madrugada pero el Sol está como a mediodía. El aire está enrarecido y cuesta mucho respirar.

Llegué a la orilla y observé una poza en la que le agua estaba acumulándose. La poza estaba escarbada en roca viva, no en arena.

Me llevé la mano al bolsillo y saqué una pequeña caja que abrí, para desplegar una sonda. Sumergí la sonda en el agua y miré la pequeña pantalla.

- La acidez del agua de mar ha subido, el Ph ha disminuido hasta cuatro. La vida es imposible aquí – miré otra vez al cielo - La atmósfera no presenta cambios notables a simple vista, el color azul del cielo sigue siendo igual. Sin embargo, a nivel astronómico es importante resaltar la presencia de un cometa bastante grande, o bastante cercano, que brilla a plena luz del día.

Observé la arena, y cogí un poco con mi mano enguantada. Los finos gránulos se perdieron entre mis dedos como delgados tentáculos.

- La arena es muy fina, tanto que casi parece polvo. La playa parece muy avanzada en cuanto a que el mar la ha estado erosionando mucho, hasta tal punto de dejarla así.

Miré de nuevo el crono.

24 de Marzo de 205.200 2:50:51 am

00h:14m:06s

¿Ya habían pasado quince minutos? Debía darme prisa, apenas había empezado a hacer mediciones. Saqué la pequeña estación meteorológica frenéticamente y la alcé ante mis ojos, el barómetro marcaba una presión atmosférica un poco inferior a la de la Tierra del presente, pero muy poco, apenas apreciable para el organismo. El higrómetro detectaba una humedad relativa del treinta por ciento, bajo para estar tan cerca de la costa. El termómetro marcaba veintisiete grados centígrados.

Rápidamente saqué el pirorradiómetro y lo coloqué en el suelo, apartándome para dejarlo medir, al momento volví y observé el lector.

- El valor pico de la radiación global es de cinco coma tres kilovatios por hora partido por metro cuadrado. Muy por encima de los valores tabulados, ¿El Sol es más activo o la atmósfera dispersa menos?

Alcé la mirada hacia el monte y calculé la distancia por si me daba tiempo a llegar y explorarlo. Estaría a un kilómetro como mucho. Miré el crono una vez más.

24 de Marzo de 205.200 2:56:55 am

00h:08m:02s

Merecía la pena intentarlo, si iba corriendo, llegaría en unos tres o cuatro minutos, tendría unos cinco para empezar a explorarlo y coger unas muestras antes del regreso al presente, y terminaría de explorar el monte y lo que se encontraba detrás en el siguiente salto, en el que pediría más tiempo todavía. Puede que incluso un salto más.

Sin más dilación comencé mi carrera al monte a la mayor velocidad posible. El traqueteo de mis instrumentos me martilleaba en los oídos, y sentí que de alguna manera estaba perturbando aquella tranquila localización. Por un momento sentí miedo de estar molestando, o de ciertas consecuencias absurdamente infundadas que mi repentina carrera podría conllevar.

Pronto llegué a las inmediaciones del monte. No mediría más de 20 metros de alto, y sus formas suaves empezaron a quitarle, a mi juicio, el nombre de monte por el de promontorio. Otra característica notable es que no era un monte propiamente dicho, era una roca. Estaba hecho de roca sólida, gris y lisa.

Aún recuperando el aliento, miré el crono otra vez más.

24 de Marzo de 205.200 3:00:33 am

00h:04m:24s

¡Solo cuatro minutos! Debía darme prisa. Me agaché y empecé a buscar una piedra de tamaño apropiado para llevármela como muestra. A poco encontré una piedra negra redondeada, la sopesé y la metí en una bolsa de plástico que introduje a su vez en mi mochila de utilidades. Ya no debía quedar mucho tiempo, así que decidí subir a la roca y ver qué había más allá. Alcé un pie y me agarré a una hendidura, tiré con fuerza y empecé a ascender por la pared de roca, hasta que encontré un saliente natural que casi parecía un camino que rodeaba la roca por arriba. Subí por el con cierta premura mientras consultaba el crono una vez más.

En ese momento todo se desvaneció.

miércoles, agosto 11, 2010

El error de Pavlov

I. DESPERTAR.

Al principio no entendí bien lo que estaba sucediendo.

Fue como si de repente hubiese despertado de un sueño, sin recordar cuándo exactamente me había entregado al temporal coma, mis brazos, dormidos, me obsequiaban con un hormigueo continuo, y una sensación de inexistencia. Traté de moverlos pero era como si no tuvieran sustento muscular. Mi cuerpo estaba demasiado entumecido. Me costaba respirar, era como si estuviera a mucha altitud, como si me faltara un pulmón.

Ante la imposibilidad de erguirme, giré mi cuerpo, que se hallaba en un suelo arenoso. El sol me iluminaba desde lo más alto de un cielo azul sin nubes.

Olas. Estaba oyendo las olas romper en una orilla muy cercana. Mis ojos se dirigieron hacia el origen del ruido y, efectivamente, me encontraba a escasos metros de un rompeolas frente a un mar embravecido y furioso. El agua era azul vivo, y en medio, una línea brillante como la fusión nuclear deslumbró mi retina.

Aparté mi vista del reflejo del Sol sobre el mar y volví a probar suerte con los brazos. Esta vez obtuve una respuesta mejor, pero aún no podía moverlos con toda efectividad. Sin embargo, fue suficiente como para poder erguirme, no sin que fuese bastante penoso, pues mis manos aún no respondían, y tuve que servirme de los codos para poder alzar mi cuerpo extenuado.

Ahora me hallaba sentado, mirando hacia el mar. La playa era larga y a mi derecha pude distinguir un monte que se adentraba algo en el agua. Su silueta era suave y aerodinámica. A mi izquierda la playa se perdía en el horizonte, y me quedé fascinado por ese hecho, puesto que nunca había visto nada similar.Me giré para observar lo que había a mis espaldas, pero la llanura se extendía tras de mí y se perdía en la distancia.

De pronto tuve la intrigante sensación de estar en el techo del mundo, de que si me levantaba, sería lo que más levantaría del suelo en aquella tierra extraña.Aún así, lo hice, apoyé primero la rodilla en el suelo y luego el brazo, pero la mano me falló y se torció de una manera bastante dolorosa, aún así, hice el esfuerzo y me levanté. Mis piernas estaban también bastante dormidas, pero aguantaron mi peso y los bamboleos que di con el fin de establecer el equilibrio. La arena del suelo era blanca, y brillaba a la luz del ardiente sol. Miré en derredor, protegiéndome los ojos con la mano izquierda, pues entre el sol y la arena, era demasiada la luz para mis pupilas.

¿Por qué me encontraba ahí? Los laboratorios de ErisCom se encontraban a unos veinte kilómetros de la costa, y desde luego el relieve era muy distinto. Al oeste debería alzarse una cadena montañosa de 1500 m de altitud, sin embargo sólo podría ver el gastado monte que lamía tímidamente el mar.

Observé una vez más el cielo azul, en busca de alguna respuesta para mi aturdida mente, y fue entonces cuando vi otra luz en el cielo aparte del Sol. Era obvia la forma alargada de un cometa, que extendía su cola en dirección opuesta al Sol.

Entonces oí un pitido, su frecuencia era demasiado alta y me taladraba los oídos de manera dolorosa. Provenía de mi muñeca, en la que el crono me mostraba dos lecturas, la primera la fecha y la hora a la que había sido enviado, la segunda, el tiempo que me quedaba hasta el retorno:

24 de Marzo de 205.200 2:24:33 am

00h:00m:27s

- Han errado – dije, pero mi voz sonó como dos piedras rascándose – ¡Han errado por doscientos mil años!

Nunca en la historia de la humanidad, nadie había errado por tanto tiempo. Aún así, me quedaban escasos ¿veinte segundos?

Ahora empezaba a recordar, el tiempo de prueba era de sólo un minuto, por precaución, por si acaso la atmósfera (como era el caso) estaba contaminada o si el terreno había cambiado.

Sólo diez segundos más en aquel tiempo, y eso estaba bien, pues las dificultades para respirar en aquel aire enrarecido estaban lacerándome las fosas nasales y la tráquea. Pronto me iría.

- ¿Me oyes? ¿Cuántos dedos tengo? Contesta.

- Tres.

-Bien, dime, ¿qué ha pasado?

- Te equivocaste por doscientos mil años.

- ¿Hacia atrás o hacia delante?

- Pues empiezo a dudar si eso habría importado, pero hacia delante. En vez de mandarme al año 5.200 me mandaste al 205.200.

- Es ajeno a mí, yo introduje los algoritmos correctos en el panel.

- Pues está claro que algo de ahí no funciona porque el crono me dio una lectura clara.

- ¿Notaste alguna secuela del viaje?

- Entumecimiento, sequedad de la boca, pérdida de memoria, desorientación, desequilibrio...

- Sí, continúa.

- Respiración dificultosa, pero no creo que eso se debiera al viaje sino mas bien a que me mandaste a una época en la que ya no hay vida en la Tierra.

- Es posible, para el próximo salto te vamos a poner un sistema de respiración asistida.

- ¿El próximo salto?

- Sí, dentro de diez minutos ¿recuerdas? 3 saltos continuados, ése es el protocolo de la máquina.

- Pues lo había olvidado, sí.

martes, agosto 10, 2010

Voces de los grandes: Carl Sagan



Ir a clase molaría más con este hombre de profesor :)

domingo, agosto 08, 2010

Tenacidad

''No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla''.

Thomas Alva Edison (1847-1931)

viernes, agosto 06, 2010

Voces de los grandes: Neil Tyson



Una lección divertidísima sobre el universo y sobre nosotros mismos ;)

martes, agosto 03, 2010

Viaje a través de Mandelbox



Impresionante vídeo de un vuelo a través de un cubo fractal renderizado por Krzysztof Marczak.
Vía Microsiervos.