martes, septiembre 21, 2010

domingo, septiembre 12, 2010

El Error de Pavlov

III. Perdido.

Abrí los ojos y no podía creer lo que estaba viendo.
Me encontraba bajo el agua.
Podía respirar, gracias a la bombona de aire que me instaló Pavlov tras el primer salto. Pero estaba bajo el agua, aquello no tenía sentido. Braceé hacia arriba para salir a la superficie, sin embargo ésta se encontraba bastante lejos hacia arriba. Estuve bastante tiempo nadando, cerca de seis o siete minutos, hasta que por fin emergí de mi odisea submarina.
Estaba flotando en el agua. En mitad de algún océano. La luz de la tarde tornaba las olas de un rojo anaranjado. Algo había ido mal. Se suponía que debía regresar al presente, al laboratorio, allí descansaría durante diez minutos y luego volvería a saltar.

¿Otro error de Pavlov? ¿O acaso error mío?
Braceé para mantenerme a flote y busqué alguna porción de tierra que me sirviera de descanso, además, quería salir de aquella agua ácida.
Observé una playa no muy lejos, así que me puse a nadar hacia ella. No noté, sin embargo, irritación alguna en la piel ni corrosión aparente en mi traje, por parte del agua ácida en la que estaba nadando. En contraste, el agua estaba fresca y era agradable nadar en ella, casi podía asegurar que la vida bullía entre sus moléculas. Pronto llegué a la playa, posé los pies en el suelo y me levanté, chorreando agua por todas partes, salí a la playa. Cansado del esfuerzo, me senté en el suelo y consulté mi crono.

6 de Octubre de -150.453.543 12:17:01 pm

- - h: - - m: - - s


Mi corazón se paró de repente. ¿Menos ciento cincuenta millones de años? ¡Eso me situaba en el periodo Jurásico, o incluso el Cretácico! Algo iba definitivamente mal. Pero lo más escalofriante era la segunda lectura del crono. ¡Sin tiempo de retorno!
- Es obvio, pues al no regresar al laboratorio, Pavlov no recalibró la máquina dándole un tiempo de viaje – me dije a mí mismo. Haciendo inventario mental de los datos de los que disponía – No hay tiempo de salto, por lo tanto,... ¿Estoy atrapado en el Jurásico para siempre?
Traté de conservar la calma. No, no para siempre, Pavlov se daría cuenta de lo que había sucedido e interrumpiría la secuencia de saltos para devolverme al presente.

Le llevaría unas horas reestructurar el programa, pero lo conseguiría y volvería.
Pero, ¿Qué había salido mal? En el primer salto la máquina hizo su trabajo perfectamente y le hizo regresar al presente sin problemas. Salvo accidente, debía descartar fallo de la máquina ya que, salvo ese ''pequeño'' factor de doscientos mil años, había funcionado perfectamente.
Recostado sobre la arena miré como el Sol se ponía entre la rizada superficie del agua. Ni siquiera me había molestado en mirar mis alrededores, observé cuanto pudo dejarme la escasa luz del día que moría.
Las montañas se alzaban tras la playa, y eran montañas bastante altas, cubiertas de vegetación por entero. El paisaje verde del pasado contrastaba del paisaje blanco y llano del futuro, futuro en el que acababa de estar hacía escasos minutos, futuro que acontecería dentro de casi doscientos millones de años.Era de locos.

Con el fin de distraerme durante lo que fuera que tardase Pavlov en reajustar la máquina, pensé en que era lógico que el nivel del mar estuviera centenares de metros por encima de mi posición, pues así era en anteriores periodos geológicos y eso era un hecho estudiado por los científicos de su época. Lo que no podía haber predicho era el avance del nivel del mar en el futuro, lo cual era obvio, pues no había muestras geológicas que analizar desde el futuro.
- Bueno, eso hasta mi llegada, obviamente, pues llevo una muestra del futuro, sin embargo, no puedo llegar al presente.
Entonces una sensación de indefensión me invadió repentinamente. Ya no estaba en un futuro sin vida, me encontraba en el pasado, en pleno Jurásico. A merced de animales desconocidos para mí. Dinosaurios incluso.

Recordé miles de películas de ciencia ficción en las que los protagonistas alteraban algo en el pasado y cambiaban el presente de manera drástica. Sin embargo, en ese momento me preocupaban más los nocturnos acechadores de aquella época.
Tratando de sobreponerme a tan opresiva sensación, no pude reprimir mi inútil intento de comunicarme con Pavlov.
- Tengo que pensar como un verdadero viajero del tiempo – me dije – faltan milenios para que Pavlov nazca, no puedo comunicarme con él.

El ser humano apenas si se había asomado al esquivo asunto de viajar en el tiempo, y mucho se había conseguido con hacer viajar a un ser humano, como para además de ello, establecer una línea de comunicación en directo entre épocas.
Caminé entonces hacia tierra adentro, con el fin de encontrar un refugio.


6 de Octubre de -150.453.543 13:02:34 pm

- - h: - - m: - - s


Tras mirar el crono alcé la vista hacia las montañas, pero entonces vi el cielo, y observé un espectáculo que ningún ser humano había visto nunca.

En mi vida había visto tantas estrellas juntas.
Intenté en vano encontrar constelaciones reconocibles, pero era obvio que las estrellas entonces se encontraban en posiciones muy distintas a las del presente, de modo que se trataba de un cielo completamente distinto, distinto y extraño.

Llegué a la falda de la montaña pero no observé cueva ninguna, sólo árboles que se interponían en mi camino, sin embargo, decidí que quizás subir a uno de esos árboles me protegería quizás de un porcentaje considerable de potenciales predadores.
De modo que me subí al árbol más próximo y me senté en una de las ramas mirando hacia el mar.

Durante una hora y media todo era silencio roto solo por algunos insectos que hacían ruidos completamente alienígenas y algún que otro correteo en la laurisilva. Pero al rato, pude observar otro espectáculo de la naturaleza pasada que me dejó atónito. Al principio sólo se trataba de un resplandor azulado que asomaba por encima de una de las cordilleras a mi izquierda, pero pronto fue revelado el origen de la luz.
La luna, nuestro argénteo satélite, acababa de asomar desde el horizonte. Sin embargo, se notaba a ojos vistas que estaba muchísimo más cerca, se la veía enorme, y los detalles de su relieve podían apreciarse fácilmente y a simple vista.
- Esto es fascinante – me dije a mí mismo – Una auténtica lástima no tener una cámara de fotos.
Las cámaras de fotos eran un problema. Cuando se consideraron los objetos que podían llevar los viajeros del tiempo en sus periplos a través de las eras, hubo unanimidad en que la cámara de fotos no fuese uno de ellos. El motivo real lo ignoraba por completo. Puede que se tratase de alguna implicación filosófica concerniente al hecho en sí, a la paradoja que es que uno viaje a un tiempo pasado.
- Supongo que un viaje en el tiempo no debe ser como una excursión a un parque temático. Se le debe ese respeto al pasado.
De todas formas yo era el primero de muchos, y todo se andaría, y habría viajeros que harían fotos de la zona abisal donde mucho tiempo después se alzaría su casa.

Pero de pronto me vino a la mente un pensamiento horrible.
Si Pavlov iniciaba una nueva secuencia y me devolvía al futuro, fuera el que fuera, el nivel del mar y la erosión del suelo harían que me encontrase a cientos de metros del suelo tras mi próximo salto. Lo que sería inevitablemente mi muerte.

De pronto sentí vértigo. Imaginé que de repente todo cambiaba, el suelo descendía, el mar se retiraba, las montañas eran limadas por el viento y la lluvia, y yo quedaba suspendido en mitad del aire, a punto de caer y de morir.

Noté como me mareaba y me balanceaba en mi rama.
Reprimí el estúpido impulso de bajarme de la rama. Necesitaba relajarme y pensar. Pensar en ello detenidamente y encontrar una solución.

Para empezar, me desprendí de mi sistema de respiración. Inspiré aire puro y me di cuenta de que era perfectamente respirable. Inhalé y exhalé aquel aire prehistórico unas cuantas veces mientras pensaba y dejaba que mi cerebro se oxigenara.

Tal vez si me quitaba la camisa e intentaba usarla de paracaídas... no, eso era una tontería.
- Ya está, ya lo tengo – me dije de pronto – Cuando vaya a dar el salto, me sumergiré en el mar todo lo que pueda, eso debería acercarme al nivel del suelo del futuro.

Pero, ¿Qué futuro? ¿Y si la máquina o Pavlov volvían a errar y me mandaban más al pasado? Podría materializarme en roca viva y morir. Aparte de los riesgos que conllevaba meterme en aquellas oscuras aguas, sin saber qué prehistóricas bestias nadaban en su interior.
Otro factor más a tener en cuenta era el tiempo (cómo no). Si el crono se activaba de pronto debía salir corriendo hacia el agua y zambullirme. Esperaba que Pavlov tuviese en cuenta ese pequeño detalle y me diera algo de tiempo de margen para resolver la situación.
Sin embargo ahora la disyuntiva que se me planteaba era ciertamente conflictiva. ¿Bajaría del árbol, exponiéndome a los riesgos que ello conllevaba, con el fin de estar más cerca del agua o me quedaría en la rama, confiando en que Pavlov me concediese tiempo de sobra?

No me dio tiempo a decidir sobre ello. El crono pronto comenzó a pitar.

6 de Octubre de -150.453.543 16:03:52 pm

00 h: 10 m: 30 s

- ¡Gracias Pavlov! - proclamé mientras saltaba de la rama hacia el suelo.
Caminé con cierta prisa hacia la playa. Disponía de 10 minutos para sumergirme, y mientras me dirigía hacia allí, me dediqué a hacer algunos números.
- Si estuve unos siete minutos nadando, eso significaría que estaba a una profundidad de casi setecientos metros. Necesitaré lastre para bajar más rápido.

Ya en la playa, me dispuse a buscar una piedra bien grande, y no tardé en encontrarla, la metí en la mochila, me coloqué el sistema de respiración y me lancé al agua.
Respiraba normalmente mientras nadaba hacia abajo, ayudado de la roca que añadía un peso muerto considerable. 
Braceaba y braceaba hacia el fondo, y observé bancos de peces bioluminiscentes que parecían hacerme señales. Caí entonces en la cuenta que eran los primeros seres vivos que veía desde mi visita jurásica. Tras un rato nadando hacia abajo, consulté el crono.

6 de Octubre de -150.453.543 16:10:56 pm

00 h: 03 m: 26 s

Paré entonces, pues repentinamente la lógica me dictó que había tardado más en subir que en bajar, de modo que no debía bajar más o quizás me pasaría. Sólo debía permanecer vivo durante esos tres minutos en los que estaba a merced de la fauna submarina. Esos tres minutos fueron eternos, pero cuando concluyeron, me desvanecí.

lunes, septiembre 06, 2010

Toda una raza de máquinas

La palabra robot viene del checo robotnik, que significa esclavo o siervo. Nombre que me parece bastante ofensivo para estas inocentes máquinas, por lo que me gusta más llamarlos androides, sin embargo el término está tan extendido y tan alejado de su significado original que la gente se ha acostumbrado.
Estos son algunos de los robots más impresionantes que el ser humano ha llegado a desarrollar.

El robot serpiente.

Da un poco de piqui verlo moverse, y más que una serpiente parece un gusano, pero es impresionante el método de locomoción que tiene. El momento que más miedo da es cuando se pone a otear el horizonte una vez trepado el árbol.



Big Dog, poderoso cuadrúpedo.

Este impresionante robot no es solo capaz de cabalgar y caminar a sus anchas por el monte, sino que además es capaz de conservar el equilibrio frente a una inestabilidad (véase la patada Leónidas-like que le dan).



Robochef.

Este adorable androide suizo aprende y prepara una tortilla de jamón a sus creadores. Es muy tierno ver cómo se mira las manos mientras le están enseñando a batir los huevos.



El robot maleable.

Este sí que da grima. Es un robot cambiante capaz de inflarse y desinflarse por sectores con el fin de desplazarse o para poder colarse por un agujero. A mí me sigue pareciendo algún tipo de alien.




El gran Asimo.

Asimo es el más listo y el más ágil de todos los robots de la Tierra, y en este video, nuestro amigo James May (está en inglés pero se le entiende muy bien) nos muestra la última cucada que le han istalado los de Honda a este entrañable androide. Aunque es un poco espeluznante cuando alza los brazos al ver el objeto.



Qué pequeños...

Radiohead - Paranoid Android (with lyric)